martes, 15 de noviembre de 2011

Tradición Venezolana...

Arepas en Budare

Hablar de La Arepa, es hablar de Venezuela... Parte de nuestra cultura y de la mesa de cada día, es nuestra expresión culinaria más autóctona, es el benefactor pan nuestro de cada día.

La arepa es una expresión nacional, en cualquier ciudad de Venezuela puede encontrarse. Su preparación se remonta a nuestros ancestros indígenas, que sembraron, recolectaron y procesaron el maíz. Es el resultado de una masa hecha de maíz cocido y molido, los indígenas, lo molían entre dos piedras lisas y llanas y luego creaban pequeñas bolas que asaban en un “aripo”, (especie de plancha un poquito curva fabricada en barro, que se utiliza para la cocción, también conocemos una variación de éste como “budare”) del nombre de este utensilio deriva la palabra “Arepa”, en la actualidad se utilizan planchas y parrillas de hierro para asar las arepitas en casa o restaurantes, aunque se puede encontrar aún el aripo de barro.

La Arepa es leal compañera del venezolano y puede encontrársele en la más honorable mesa, así como en la más humilde, en cualquier esquina de la ciudad, ó en el más pequeño de los pueblos, en restaurantes y casas, ó en las abundantes areperas de las diferentes ciudades venezolanas.

La Arepa es la reina de nuestros desayunos, y a su vez excelente acompañante de primeros platos en almuerzos y cenas, es fiel compañera de nuestros platos nacionales.

La arepa se muestra con características distintas en las diferentes regiones del país, pero en esencia es la misma y singular arepa. Las muy finitas las llaman “telitas” y son típicas de la región andina, las gorditas y abombaditas, se acostumbran a preparar en la región central; grandes, sean fritas ó asadas, usualmente se encuentran en oriente. Se preparan arepas de chicharrón, y arepitas dulces que tienen un ligero sabor anisado, se hacen arepas “peladas” con cenizas, que se encuentran principalmente por el occidente del país.

Vegetales

Vegetales

Caracas desde el ávila

Teleférico de Caracas

La ciudad de Caracas, capital de Venezuela, está separada del mar por la cadena montañosa de Ávila, que la protege de las sorpresas climáticas del Mar Caribe. Desde la cúspide del Ávila (cerca de dos kilómetros de altura sobre el nivel del mar) es posible admirar al mismo tiempo el valle de Caracas y el azul del Mar Caribe. Allí, casi bajo el mismo cielo, puede descansarse del calor y respirar aire puro y fresco. Se puede llegar hasta esta atractiva cúspide por los múltiples senderos turísticos muy bien habilitados del Parque Nacional Ávila o en un cómodo vagoncito del teleférico, una suerte de sendero aéreo suspendido por cables.

Este sendero aéreo fue construido, como muchas otras cosas en Caracas, durante el mandato del General Marcos Pérez Jiménez, e inaugurado para el amplio público el 19 de abril de 1956. Desde entonces se convirtió en uno de los atractivos de la capital.

En unos 15 - 20 minutos, la cómoda cabina, con capacidad para 8 personas, supera la distancia de 3,5 kilómetros y sube a los pasajeros a una altura de 1100 metros sobre Caracas. Allí esperan a los turistas un paseo por la cúspide, muchos catalejos que apuntan en dirección al mar y a Caracas, kioscos con souvenirs, flores y dulces locales que son traídos desde Galipán, poblado montañoso situado en las abruptas laderas orientadas hacia el mar. Por supuesto que resulta de un exotismo especial para los residentes del trópico la pista cubierta de patinaje sobre el hielo con una superficie de 470 metros cuadrados.

Lluvia...

Lluvia

En camino...

En camino...